William Ugarte, Médico epidemiólogo y Profesor, Departamento de Salud Mujeres y Niños en Uppsala Univeristy, Suecia
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Muchos expertos creen que la evidencia es la base para la participación y promoción de políticas efectivas. El creciente campo de prevención de la violencia basada en género (VBG) es un claro ejemplo de esto. El hecho de que la VBG es ahora reconocida como una “epidemia global”, se debe principalmente a la notable contribución de investigadores, particularmente en los países en desarrollo. El caso de Nicaragua demuestra como una experiencia local puede transformar el mundo.
Este cambio puede darse también a nivel individual. Personalmente, este estudio conectó mi historia presente y pasada de una forma única. Durante mi entrenamiento médico a finales de los 90s, asistí a numerosas reuniones del grupo “hombres en contra de la violencia”, organizado por la ONG nicaragüense “Puntos de Encuentro.” Este grupo ofrecía a los hombres una plataforma para discutir y crear conciencia acerca de nuestros roles en una sociedad postguerra. Allí, por primera vez leí la revista “La Boletina” y encontré una frase que cambió todo: “no quiero caramelos en el infierno.” Este era un momento sin precedentes donde las historias personales de las mujeres que vivían violencia fueron reveladas. Lo que representó el inicio de un cambio social masivo.
Por qué y cómo me involucre en este estudio
Con el pasar de los años, comencé a trabajar como asistente de investigación en el área de salud sexual y reproductiva en el Centro de Investigación en Demografía y Salud (CIDS), en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en León (UNAN-León). Allí, conocí a uno de los co-autores del estudio Confites en el infierno, Rodolfo Peña, que era el director ejecutivo de CIDS. El me comentó acerca de unos estudios interdisciplinarios sobre “sexualidad y violencia doméstica” que habían sido llevados a cabo 10 años antes. Enfatizó que “Confites” era una excelente oportunidad para la academia y la sociedad nicaragüense, dado que había contribuido al entendimiento de la violencia de pareja íntima (VPI) en el país. A partir de entonces, se llevaron a cabo varios estudios, incluyendo la VPI hacia mujeres embarazadas y su impacto en el desarrollo de sus hijos, los procesos que las mujeres empleaban para terminar las relaciones violentas, el rol de las masculinidades, y otras formas de violencia y control de comportamiento sobre la autonomía de las mujeres. Todos estábamos orgullosos de estos logros.
Un momento para contribuir – Preparándose para Confites +20
En 2016, 3 años después de haber obtenido mi Doctorado en Salud Internacional en la Universidad de Uppsala en Suecia, tuve el placer de conocer a Mary Ellsberg y a Margarita Quintanilla. Además, llegue a ser el director ejecutivo de CIDS. Mary y Margarita, dos de las autoras del estudio inicial, tuvieron la amabilidad de invitarme a participar en la segunda parte del estudio titulada “Confites +20”. Todos compartíamos la visión de que este estudio sería más grande y mejor que el anterior. En este nuevo proyecto, nos asociamos con psicólogas, epidemiólogos, doctores y otros para llevar a cabo el estudio de forma segura, inspirados por las recomendaciones de la OMS para investigaciones éticas en temas de Violencia Contra las Mujeres. Recuerdo visitar los centros de salud y ONGs locales para establecer la estrategia de referencia para las mujeres con historial de VPI. Un detalle interesante fue que nos dijeron que las mujeres no estaban recibiendo el apoyo adecuado por parte del sistema legal. Esta fue una preocupación importante que abordamos durante la preparación del estudio, asegurándonos de que las participantes pudieran recibir apoyo psicosocial.
Recoleccion de datos – El impacto de investigar VPI
El trabajo de campo fue muy demandante e intenso. Trabajamos incluso de noche y los fines de semana para acercarnos a las potenciales participantes y darles la oportunidad de compartir sus historias. La dedicación de las entrevistadoras fue esencial para lograr los objetivos del estudio. Una de las entrevistadoras me dijo recientemente, “participar en el estudio representó tanto un emocionante desafío como una gran responsabilidad. Fue muy conmovedor escuchar acerca de la cruel realidad que muchas mujeres enfrentan a lo largo de sus vidas y las estrategias que utilizaron para superar estas condiciones.” Participar en este extraordinario proyecto afectó positivamente nuestras vidas. Muchos ganaron experiencia profesional a partir de este estudio. Sin embargo, el impacto más importante fue mencionado durante la evaluación del proyecto “El estudio nos transformó. Nos levantó la moral y el deseo de contribuir y trabajar por los derechos de la mujer.”.
La crisis actual y un futuro incierto.
La mayoría de los expertos de salud dicen, “no existe un misterio alrededor de lo que es necesario para hacer frente a la VBG y sus consecuencias, muchas de las cuales se pueden prevenir.” Desafortunadamente, debido a la pandemia del COVID-19 las mujeres no están teniendo acceso a servicios básicos en muchos países. Aún peor, la crisis política, financiera y social actual en Nicaragua está deshaciendo el notable progreso en los derechos de las mujeres y en la prevención de la VBG que se documentó en nuestro estudio. Tanto las organizaciones locales como globales reconocieron la seriedad de esta crisis en Nicaragua, que forzó a más de 100.000 personas, incluyéndome, al exilio. Sí, estoy ahora lejos de casa, debido al contexto violento persistente que afecta a toda la población, pero mayoritariamente a niñas y mujeres de todas las edades. Sin embargo, existe la esperanza de un futuro mejor. Como dice el himno nacional de Nicaragua, “no se tiñe con sangre de hermanos tu glorioso pendón bicolor.”
William J. Ugarte es epidemiólogo con un doctorado en Salud Internacional en la Universidad de Uppsala, Suecia. Su trabajo identifica y elucida los procesos por los que factores psicosociales y culturales influyen en los eventos y en los comportamientos relacionados con la salud sexual y reproductiva en los países de ingresos bajos y medios, incluida Nicaragua. Es ex-investigador, académico y director ejecutivo de CIDS, en UNAN León. Actualmente, es investigador senior y académico en el Centro para la Salud Materna e Infantil (IMCH) en la Universidad de Uppsala.
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